“En el fondo de su corazón, Juan Salvador Gaviota adivinaba que era imposible vivir intensamente su libertad sin intentar liberar a otros, que la plenitud implicaba el servicio. El amor por los suyos, el respeto merecido y el perdón, eran tan importantes para él, como su ansiada libertad… Juan Salvador Gaviota comprendió que el espíritu no puede ser realmente libre sin la capacidad de perdonar… Esa capacidad de perdón fue un imperativo necesario para elevarse a un plano superior… Y volvió sin prédicas ni alardes… Solo trataba de ser una auténtica gaviota nacida para volar. Poco a poco algunas gaviotas jóvenes se fueron acercando a presenciar su vuelo vigoroso. Y le pidieron que les enseñara a volar, experimentar otra vida, atreverse a ser libres. Y se abrieron los cielos… Juan Salvador disfrutaba del inmenso gozo que produce el ayudar a otros… este gran paso lo convirtió en un verdadero maestro”.
“Por eso hoy más que nunca, necesitamos hombres y mujeres que propongan pasión, el abrirse a la plenitud de lo desconocido, que nos levanten de tanto vuelo rastrero, de tanta ilusión de plenitud en un mundo sin horizontes ni sueños, que rescaten y propongan con esperanzadora firmeza la vuelta a la utopía, el atreverse a construir un mundo donde sea posible la libertad y la aventura del servicio.”