Luchar, pelear, y nunca, a pesar de los problemas, tirar la toalla.
La mejor persona no es la que triunfa, sino la que lucha sin desmayo por conseguir lo que quiere. A veces no queda otra que lanzarse a la más profunda oscuridad para poder ver brillar la luz y soñar lo imposible, para poder encontrar la fuerza para avanzar y entender que hemos llegado a lo más bajo para luego tocar las estrellas con las puntas de los dedos.
Las dificultades de la vida curten, ennoblecen, agudizan el ingenio, forjan caracteres y templan voluntades. Si alguna vez se eclipsa tu alegría, no olvides que el sol brilla incluso en un día nublado.
El que se alimenta única y exclusivamente de pesimismo no vive, sólo sufre,
porque la montaña está hecha para escalar, el mar profundo para ser surcado y el cielo azul es una invitación permanente para buscar amplios horizontes.
Aunque no lo deseemos, la vida exige entereza cotidiana. Sólo con ella, somos dueños de nuestro destino y capitán de nuestras almas.