Miami Brickell Key Foto Majo Monti |
Te adjunto un fragmento resumido de “Grandeza para cada día” de Stephen Covey, quien dice que, se sea consciente o no, cada día tomamos tres decisiones. La primera es: ¿Obramos en la vida o simplemente cumplimos?, la segunda: ¿A qué fines, o propósitos, llevarán nuestras decisiones diarias?, y la tercera es la que sigue.
TRES DECISIONES DIARIAS
Por lo que la tercera decisión que tomamos cada día y todos los días es: ¿Llevaremos nuestras vidas de acuerdo a principios probados o sufriremos las consecuencias de no hacerlo?
Para explicar en parte lo que quiero decir, narraré una anécdota aparecida en la edición de diciembre de 1983 deSelecciones de Reader’s Digest. Aunque su finalidad era divertir, creo que ilustra intensamente el poder de los principios cómo influyen en nuestras vidas y decisiones: Una noche nublada en el mar, el capitán de un barco vio lo que parecían las luces de otra nave que se dirigía hacia la suya. Hizo que su encargado de comunicación por luces contactara con el otro barco. -Cambie su curso diez grados al sur –envió el mensaje. -Cambie usted su curso diez grados al norte –recibió la respuesta. –Soy un capitán –contestó el comandante-, así que cambie su curso diez grados al sur. -Soy un marino de primera clase –recibió la respuesta-, y cambie su curso diez grados al norte. Este último intercambio enfureció de veras al capitán, así que devolvió la señal. -Soy un acorazado… cambie su curso diez grados al sur. -Y yo soy un faro. ¡Cambie su curso diez grados al norte!
Aunque gracioso, el mensaje es directo: no importa el tamaño de la nave ni el rango del timonel. El faro no cambiaría su curso. Era permanente, fijo. Sólo el capitán tenía la alternativa de corregir el curso o no.
El faro representa un principio; los principios son inalterables, eternos y universales. No cambian. No hacen distinción de edad, raza, religión, género o prestigio; todo el mundo está igualmente sujeto a ellos. Como el faro, los principios proporcionan indicadores permanentes con los cuales la gente puede establecer su dirección en tiempos de tormenta y de calma, de oscuridad y de luz.
Gracias a los Einstein y Newton del mundo, se han descubierto en campos científicos muchos de esos principios o leyes naturales. Los pilotos, por ejemplo, se rigen por los cuatro principios del vuelo: gravedad, propulsión, fuerza aerodinámica y resistencia al avance Los agricultores deben aprender a dominar principios similares o leyes de la cosecha. Los gimnastas y los ingenieros trabajan en el marco de los principios de la física, que incluyen leyes de fuerzas opuestas. Pero ni los pilotos, ni los agricultores, ni los gimnastas, ni los ingenieros inventaron los principios, ni los pueden alterar. Al contrario, igual que el capitán del barco, sólo pueden elegir si se guían por ellos o sufren las consecuencias.
Pues, aunque los valores motivan las conductas, los principios gobiernan las consecuencias.
Aunque gracioso, el mensaje es directo: no importa el tamaño de la nave ni el rango del timonel. El faro no cambiaría su curso. Era permanente, fijo. Sólo el capitán tenía la alternativa de corregir el curso o no.
El faro representa un principio; los principios son inalterables, eternos y universales. No cambian. No hacen distinción de edad, raza, religión, género o prestigio; todo el mundo está igualmente sujeto a ellos. Como el faro, los principios proporcionan indicadores permanentes con los cuales la gente puede establecer su dirección en tiempos de tormenta y de calma, de oscuridad y de luz.
Gracias a los Einstein y Newton del mundo, se han descubierto en campos científicos muchos de esos principios o leyes naturales. Los pilotos, por ejemplo, se rigen por los cuatro principios del vuelo: gravedad, propulsión, fuerza aerodinámica y resistencia al avance Los agricultores deben aprender a dominar principios similares o leyes de la cosecha. Los gimnastas y los ingenieros trabajan en el marco de los principios de la física, que incluyen leyes de fuerzas opuestas. Pero ni los pilotos, ni los agricultores, ni los gimnastas, ni los ingenieros inventaron los principios, ni los pueden alterar. Al contrario, igual que el capitán del barco, sólo pueden elegir si se guían por ellos o sufren las consecuencias.
Pues, aunque los valores motivan las conductas, los principios gobiernan las consecuencias.
Mi comentario es: Cuando tomes decisiones: Reza, Siente, Reza, Piensa, Reza, Cree, Reza, Discierne, Reza...
Dios te guiara !
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