Los profesionales de la salud y la educación en el quehacer cotidiano, nos encontramos con niños o adolescentes que viven situaciones de tragedias o de estrés, que parecen difíciles o imposibles de superar.
Sin embargo, muchas veces, la realidad nos muestra que no sólo la superan, sino que salen renovados y enriquecidos de esas circunstancias adversas. Este tipo de experiencias han sido vividas por distintos grupos a través de la historia, y han sido sistematizadas en distintos estudios, en distintos países y por distintos profesionales.
En la actualidad esa reacción se denomina resiliencia, y en general, se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas.
Es conveniente diferenciar entre el enfoque de riesgo y el enfoque de resiliencia: aunque se refieren a aspectos diferentes son complementarios. Considerarlos en forma conjunta proporciona una máxima flexibilidad, genera un enfoque global y fortalece su aplicación en la promoción de un desarrollo sano posibilitando analizar la realidad y diseñar intervenciones eficaces.
1) El enfoque de riesgo se centra en la enfermedad, en el síntoma y en aquellas características que se asocian con una elevada probabilidad de daño biológico, psicológico o social.
2) El enfoque de resiliencia describe la existencia de verdaderos escudos protectores contra fuerzas negativas, expresadas en términos de daños o riesgos, atenuando así sus efectos y, a veces, transformándolas en factor de superación de las situaciones difíciles.
Entonces, por ejemplo podemos ver como Factores de riesgo a aquellas características, hechos o situaciones propias del niño /adolescente o de su entorno que aumenten la posibilidad de desarrollar desajuste psicosocial.
Por otro lado debemos reconocer cuáles son los Factores protectores:aquellas características, hechos o situaciones propias o de su entorno, existentes en todos los niños y adolescentes, que elevan su capacidad para hacer frente a la adversidad o disminuye la posibilidad de desarrollar desajuste psicosocial aun con la presencia de factores de riesgo. (grados de contención en su mundo, cariño, habilidades personales quizá desconocidas para él mismo, etc.)
Analizados ambos podremos ayudar a formar Individuos resilientes: aquellos que al estar insertos en una situación de adversidad, es decir, al estar expuestos a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la capacidad de utilizar aquellos factores protectores para sobreponerse a la dificultad, crecer y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos competentes, pese a los pronósticos desfavorables.
Si nos detenemos a observar la realidad en que viven nuestros jóvenes actualmente podemos ver cómo ciertas condiciones influyen negativamente en su desarrollo (factores de riesgo): carencia de redes de apoyo social para enfrentar las dificultades, incorporación prematura al empleo, desempeño de trabajos marginales o contractualmente precarios, falta de protección de su salud y derechos laborales, fracaso y abandono escolar, adicción a las drogas y al alcohol etc. Todo esto se traduce en una baja autoestima, ausencia de un proyecto de futuro y dificultad para darle sentido al presente.
Si recordamos lo que Eli mencionó sobre los Pilares de la Resiliencia (Introspección, Independencia, Capacidad de relacionarse, Iniciativa, Creatividad, Moralidad y Autoestima), podríamos tomar estos como base para enfocar las condiciones positivas, única forma de formar individuos resilientes.
“La Casita” representa en forma esquemática aquellos elementos con los que se puede construir la Resiliencia
Este esquema esta propuesto a nivel internacional. En ella cada habitación refiere un campo de intervención posible para la construcción o el mantenimiento de la resiliencia. Los contextos, los problemas, las culturas son demasiadas diferentes y variadas, por ejemplo “los cimientos” de las necesidades materiales variará de un país a otro, la cultura local representará en cierta manera sus “materiales de construcción”. Es indispensable tomarlo en cuenta. ¿Cuales serian los elementos de la cultura de estos niños, de estos adolescentes y de su entorno para edificar la “casita” de la resiliencia? Podríamos empezar con historias, cuentos, imágenes, músicas, juegos, humor local, deportes, fiestas, todo tipo de símbolos, costumbres, tareas, comidas.
La “casita” puede aplicarse a la resiliencia de un niño/adolescente, pero a veces también a la de una familia, de una comunidad, la del educador, o la del profesional.
Sobre la autora
Lic. Diana Salomé Gayol www.wix.com/sophienia/coachingxobjetivos